Efraín Esparza Montalvo
Pedro de León Mojarro, el gran estratega
El Sol de Zacatecas
31 de julio de 2010
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Reconocer la derrota es el inicio del triunfo interior. Anónimo.
Dicen que cuando la victoria llega cualquiera la proclama, pero cuando es abrumadora y elegante, y presenta signos de estrategia, la gloria le pertenece a alguien, tiene nombre y apellido.
El triunfo de Miguel Alonso Reyes como candidato a gobernador el pasado cuatro de julio no podría entenderse sin la construcción de un sólido andamiaje que lo colocase, primero, en el ánimo de la sociedad zacatecana desde tiempos del monrealismo, como el que mejor podría coronar los esfuerzos de una nueva clase política, y luego, como quien devolvería a Zacatecas el preciado valor de la unidad que, pese a los esfuerzos de los viejos militantes de la izquierda, un puñado de personajes se robó, embebido de poder.
La victoria del joven Alonso tiene tras de sí dos décadas de construcción, por lo menos, un pulimiento exacto que terminó en el brillante que ahora es y que contempla deslumbrada la sociedad, pero sobre todo, una enseñanza de un valor exacto que nadie puede regatear a su mentor, Pedro de León Mojarro, como es el de la superación. Porque el gobernador electo es hechura política del ex dirigente perredista, ni más ni menos; quien sostenga lo contrario desconoce la historia familiar.
Pedro de León Mojarro se convirtió desde mucho antes que siquiera el PRI contemplara convertir a Alonso en su candidato, en el mejor promotor de su hechura; abrió brecha, escaló montañas, construyó acuerdos, fijó posturas, y sobre todo, muy por encima de todo, diseñó una estrategia que terminó aplastando elegantemente a sus adversarios en las urnas, de modo que no quedara duda de nada.
Al ingeniero Pedro lo conocí allá por el año de 1998, él como fiel vasallo del recién estrenado gobernador Ricardo Monreal, y yo como reportero de un diario local. Desde entonces palpé su olfato de estratega y su intuición política, y corroboré lo que a la postre le daría notoriedad, su modo sobrio de hacer las cosas y la forma callada pero efectiva de proceder.
Como diputado local y luego como presidente del Partido de la Revolución Democrática, y más tarde como secretario de planeación y desarrollo regional, y general de gobierno, Pedro de León fue el cerebro de las políticas públicas con perfil social que le dieron identidad al gobierno monrealista, y fue el constructor de los grandes acuerdos por los que la izquierda se hizo de un poder casi absoluto; no había acciones que se tomaran en el círculo gubernamental que no fueran consultadas con de León Mojarro.
Pero más allá de eso, lo que destaca ahora es la manera en que Pedro ejecutó la pericia de su vástago político, supo llevarlo con inteligencia y extremo cuidado al grado de sembrarlo exitosamente en todos los sectores de la sociedad, y cultivarlo cual hierba que se poda regularmente; por eso sostengo que el ingeniero es el gran estratega del triunfo Alonsista, y quien contribuyó desmedidamente a que sucediera con elegancia y holgura.
Ahora bien, sin demérito del trabajo de otros activos priistas y de los atributos propios del candidato, entre ellos su magnífica imagen personal y un discurso bien manejado, el aporte del ingeniero de León se vio reflejado en la estructura que él mismo construyó cuando secretario de planeación, no había gira de trabajo por el interior del estado que no aprovechara para crear comités y depositar en ellos la responsabilidad del desarrollo del estado, con sus respectivos beneficios políticos.
Pedro de León capitalizó muy bien -y pensando en el futuro, desde luego- la confianza que en él depositó Ricardo Monreal, y lo hizo bajo la premisa de ganar-ganar, es decir, aportar beneficios para el gobierno al que servía en ese momento, pero también para el proyecto político llamado Miguel Alonso, un activo que más tarde se convertiría en su hechura más importante, y en la cristalización de un proyecto iniciado por lo menos veinte años atrás.
Y aunque nadie o muy pocos han reparado en el análisis de lo que empujó al triunfo a Miguel Alonso, vale decir que la apuesta de Pedro de León fue más que efectiva. Previo y durante la campaña política se le miró negociador, con todos los sectores más representativos de la sociedad alcanzó acuerdos que permitieron prefigurar un plan estatal de desarrollo que dará identidad al sexenio del joven gobernante; más aún, concilió intereses y negoció posiciones que llevaron a rupturas importantes al interior del Partido de la Revolución Democrática, y que en contrapartida significaron bonos para el joven aspirante.
En fin, que si de estrategias hablamos no podemos dejar de lado la que construyó Pedro de León, esa que literalmente dejó en la lona al partido en el gobierno y a sus más acérrimos hacedores, y que sin duda seguirá resollando en los oídos de más de tres, en tanto se reponen de tan sonada derrota.
Mientras, fiel a su costumbre, de León Mojarro se prepara para asumir la responsabilidad que, a mi juicio, merecidamente le entregará el gobernador Miguel Alonso, sin desconocer que cualquiera que sea le significará una oportunidad para reivindicarse ante la sociedad como un servidor público honesto y capaz, y cual más efectivo estratega político de los últimos años.
Tiene el gobernador Miguel Alonso en la persona de Pedro de León, a un fiel vasallo, sobrio, callado y muy, muy visionario.
Por lo demás, sobra decir que el perfil del gobierno Alonsista será de izquierda, muy al estilo del mexiquense Enrique Peña Nieto, dado y entregado a las masas pero sustentado en el capital; así lo exige la imagen del joven gobernante y su estilo de representante de una nueva clase política.
* El autor es analista.
Director General de Radio Zacatecas.
escast73@hotmail.com
muy buena nota!
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